miércoles, 26 de mayo de 2010

Grounds for divorce II

“Ground for divorce II“[1]

La percepción de un acto doloroso, es un acto de entrega, es una acto de desintegración psíquica. Por eso somos cuidadosos en la selección y en los alcances de nuestra percepción. Ciegos porque no queremos ver porque sabemos, o creemos, que no tenemos la fuerza necesaria para cambiar todo”[2] El personaje de la niña intenta ser adulto, pero no logra del todo comprender cómo, intenta en el proceso mimetizarse, pero se pierde y no logra del todo entender. En esta parte de la instalación, se proyecta un corto donde aparecen tres personajes en un sillón mirando hacia la nada.

Mascan el mismo chicle, ensimismados, en un acto automático y sin esperanza, un acto infantilista en el que se chorrean el jugo de la golosina en un estado de anhedonia, una falta de reactividad al estímulo placentero que implica el comer el chicle. Los personajes sufren de spleen, una apatía crónica, un desgano vital que no es necesariamente pesimista, listos para ser catapultados a los paraísos artificiales. Una alienación íntima, el sí mismo y la nada se confunden, aunque esto no los conduzca necesariamente a la inacción o falta de compromiso con la vida.

Texto: Fernando López Lage

[1] Actores: Lucía Robles, Tortu, Jessie Young, edición y postproducción: Martín Solana, Maquillaje: Claudine SaintHubert, Música: Nacho Lasa, Cantan: Jessie Young y Ceci Guerriero.

[2] Mario Levrero, La novela luminosa, escritor uruguayo (1940 -2004) En el medio literario, surge como el último autor de culto del siglo XX. Su fama fue aumentando a partir de los años 80 pero, paradójicamente, siempre manteniendo un perfil muy bajo. Nunca alcanzó grandes reconocimientos públicos, salvo una beca Guggenheim en el año 2000, que le permitió dedicarse a la redacción de La novela luminosa.


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